Santhony escritor: entrevista especial.

 

Entrevista

¡Hola! Hoy les traigo un artículo especial porque he tenido el honor de entrevistar a Santhony, el autor de El mar que nos separa y tantos otros libros hermosos que he leído y reseñado este último mes. 

Hemos podido abordar varios temas y la charla ha sido más que interesante. Así que sin más preámbulos, vamos a ella. Al final podrán encontrar los enlaces de compra para las obras de Santhony y los links de las reseñas que hice de ellos. ¡Que lo disfruten!

¡Empecemos por el principio! Presentate como te sea cómodo y cómo más te guste. ¡Contanos un poco sobre vos!

¡Hola! Primeramente quiero extender unos saludos desde México a toda la comunidad que te sigue tanto en tus redes sociales como en otros espacios. Sobre todo a los Plumys de Instagram, les mando un saludo muy cordial desde aquí. 

Soy Santhony, soy un escritor mexicano nacido en la ciudad de Puebla. Sin embargo ya llevo muchos años viviendo en un Estado que se llama Morelos que me ha cobijado con su calor. Aquí es donde he desarrollado parte de mi formación como escritor.

Desde los diecisiete años se me metió la idea de ser escritor, sólo que no encontraba ningún programa exclusivo o afín que me ayudara a formarme como tal. Por lo tanto, como buen autodidacta y como curioso del conocimiento, empecé a desmenuzar lo que un escritor debería saber o tenía que saber para poder ejercer su oficio. Entonces me dí a estudiar diplomados en Psicología, me dí a estudiar una Licenciatura en Enseñanza del Español y Literatura Hispanoamericana, que me formó dentro del área lingüística y me permitió conocer más el español. 

Sin embargo, esto no era suficiente porque las áreas de la literatura eran un poco generales y no me daban lo que yo estaba buscando que era un ejercicio de creatividad. Entonces empecé a estudiar otras cosas, sobre todo aquello que tiene que ver con la psicología de los personajes, para entenderlos y poder expresarlos; y las formas en la literatura, lo que históricamente la literatura nos ha dado a los escritores para poder imitar, aprender de sus formas cómo hacían algunos poetas del siglo pasado (sobre todo los dadaístas, por ejemplo, ese movimiento que trató de romper los moldes clásicos desde el entendimiento de los mismos).

Así he estado durante años siendo investigador, académico en el área de la Lengua; también he participado como Docente de Lengua Extranjera para todos aquellos extranjeros que querían aprender el español. Soy Maestro en Educación Superior y tengo estudios de post-grado en Literatura, en lenguaje, y mi último grado es un doctorado que no he concluido aún porque no he encontrado el espacio, la energía o las suficientes ganas para encontrarme en un mundo donde, de repente, los títulos académicos ya no son importantes. Estoy todavía sacudiéndome esa realidad laboral de mi país, entonces estoy también explorando otras áreas económicas, sobre todo las que tienen que ver con la edición de libros.

Soy asesor literario. Formo escritores bajo mi propio sello educativo, que es un programa que yo realizo sobre investigaciones académicas en lingüística y literatura, para darles a los próximos escritores todas las herramientas (tanto lingüísticas como literarias) para que ejerzan una literatura cada día más decadente, más agónica. Por eso es que estoy formando lo que llamamos la Escuela de Enseñanza de la Tradición Literaria, de la cual soy fundador y director de los programas.

Soy dueño también de un modelo (que surge de esta escuela) que se llama Modelo de lecto-escritura a partir de la Poesía, donde enseño desde cero que cualquier hablante puede hacerse dueño de su Lengua, conocer su Lengua, y conformarse como creador artístico-literario, que es la escritura que propongo y con la que trabajo.  


Me gustaría detenerme un poco en ese momento que mencionaste cuando eras un joven de diecisiete años que recién estaba descubriendo que quería ser escritor. ¿Cómo fueron esos años? ¿Recordás algún hecho específico que te haya incentivado a buscar ese camino o cuál fue tu motivación?

Recuerdo que cuando era niño a mí me gustaba hacer lo que aquí llamamos "pastiches", que son como imitaciones técnicas de canciones. Es decir, le cambiaba las letras a las canciones pero siguiendo el mismo ritmo y siguiendo la estructura de la canción. Con mi prima, Verónica, jugábamos a que teníamos programas de radio y hacíamos radio-novelas, las cuales grabábamos en casetes. Todo eso lo escribía. Creo que esos fueron mis primeros acercamientos a la escritura y fueron antes de tener diecisiete años.

Sin embargo, todo eso se "durmió" (por así decirlo). Por años yo no supe lo que era un libro de ficción porque en mi casa no se creía mucho en las artes. Por años fui ajeno a la lectura creativa. Solamente tenía acceso a los libros escolares (libros teóricos), pero nada imaginativo que me llevara a contemplar el arte porque mi familia, en realidad, no creía en el arte y no cree hasta la fecha en el arte como un mecanismo vivo para el espíritu, ni mucho menos como una función social. Soy rebelde, entonces, desde niño [ríe]. Pero, a los dieciséis años, cuando yo estaba estudiando en la preparatoria, un maestro de Literatura nos puso a escribir lo que sería mi primer poema exclusivamente de mi autoría (sin un pastiche, sin imitar a nada ni a nadie). 

El tema era una catarsis personal, la cual yo hice sobre la muerte de mi madre psicológica. Ella había muerto cuatro años antes de la fecha que estoy recordando, la cual estoy señalando, pero era como si el poema me mostrara un pendiente. Como si me mostrara un gusano que estaba carcomiendo mis entrañas y que yo me rehusaba a reconocer y a ver. 

Sin embargo, en mi dureza de corazón, en mi poca expectativa del arte (y mi poco entendimiento del arte) lo dejé descansar otro año más. Por eso comentaba que a los diecisiete años, justo en el examen que estaba yo haciendo para ingresar a la Universidad, fue cuando me dí cuenta (por arrebato, yo creo, divino) de que había estado yo estudiando para ser médico general, pero tenía que errar en ese examen porque si lo contestaba me iba a quedar y no quería desperdiciar nueve años de mi vida en algo que no creía que me fuera a hacer feliz.

Entonces empecé a contestar mal el examen. Lo dejé de contestar en algunas partes para que creyeran que yo no era apto para entrar a la Universidad (sobre todo en el área de Medicina). Entonces, saliendo del examen se me vino a la mente la Literatura. Se me vino a la mente ese momento en donde yo me sentí libre. En donde sentí que podía conocerme a mí mismo, porque hasta ese momento no sabía yo quien era. Pero ese poema que había escrito un año antes en esa clase de Literatura a los dieciséis años vino a mi memoria íntima, vino a mi memoria no racional y le empezó a dar a mi intimidad un sentido de libertad y conocimiento.

Por ende, salí del examen de Medicina y lo primero que decidí fue que estudiaría para ser escritor. ¡Yo quería ser escritor! Sólo que no había programas, no había un Internet tan generoso como el que tenemos ahora. A pesar de que estábamos a fines de los '90, todo lo que había en Internet era muy lento y todavía no había mucha información como  hay hoy en día. Así que lo que me sugerían era irme al norte de mi país, pero la situación económica de mi país no me lo permitía. Por lo tanto decidí estudiar Enseñanza del Español y Literatura Hispanoamericana que era lo más próximo a la literatura que tenía a mano, pensando falsamente que me ayudaría a crear algo que me ayudaría a escribir.

Y ese fue el boom que empezó toda esta carrera que llevo haciendo hasta el momento. 


¿Cómo crees que afecta a los niños (y a las personas en general) que los padres y los familiares de generaciones anteriores a las suyas impongan esa idea de la creatividad explicada como algo que "no sirve" o que es (o debe ser) secundaria en nuestras vidas? 

Hay una cosa que nos mueve más allá de la mente, de los deseos, y es nuestra fuerza espiritual. Es el espíritu el que siempre está dispuesto a crear. Es el espíritu el que tiene siempre una posibilidad real de hacer que el ser humano cree. 

Pero, existe algo sobre lo que yo he escrito en revistas como Mercado de las Flores que es la mutilación anímica, ese acto atroz y genocida que hacemos muchas veces o del cual somos víctimas porque somos niños que hemos sido criados en entornos que han sido mutilados. Es decir, es algo que existe y es posible porque es un aprendizaje que es anterior incluso a nuestros padres y nuestros abuelos, que se ha ido replicando una y otra vez sobre la mutilación anímica.

Así como en las guerras o en algunas otras tradiciones se dedican a mutilar ciertas partes del cuerpo que sienten que no son decentes o que se mutilan para ciertos fines o ciertas ambiciones (como por ejemplo la ablación femenina en África), en la parte espiritual, en la parte íntima también se hacen y también nos las hacemos. En nuestra formación, desde niños, muchas veces somos partícipes (queramos o no) de esas mutilaciones.

A veces no es por maldad que nuestros padres o abuelos quieran hacerlo, sino que es la forma de replicar un aprendizaje que ni siquiera han racionalizado o superado y que por lo tanto lo replican de muchas maneras. Pero ese es el mecanismo general que tiene la miseria para replicarse. La miseria se replica gracias a la ignorancia y a la carencia del amor. Hay mucha carencia de amor en el ser humano, incluso dentro de las familias, y por lo tanto replican estas mutilaciones anímicas (o castraciones diría Freud). 

Estas castraciones o mutilaciones del alma van programando cognitivamente al espíritu para que no haga lo que debe hacer. Es decir, una mutilación anímica nos aparta de nuestra posibilidad divina. Bíblicamente, por ejemplo, Dios nos crea "a imagen y semejanza" y eso generalmente es mal entendido porque se cree que Dios tiene un cuerpo como el nuestro (no se entiende que está hablando a nivel espiritual). Él nos dió la facultad de crear, nos dió la facultad de hacer posible diferentes cosas. Por eso tenemos la ciencia, por eso tenemos las artes, el Internet, por eso tenemos muchas cosas tecnológicas que disfrutamos gracias a esa capacidad creativa.

Mutilar la capacidad creativa durante la niñez es un acto genocida que también replican muchos de los sistemas educativos. Lo vemos, por lo menos, en la educación occidental donde se apuesta más por las matemáticas que por la educación artística, por ejemplo.

Quiero compartirles un sueño que tuve donde comprendí la importancia del poder creativo que tenemos, de lo que implica el arte para la Humanidad y por qué se ha pervertido tanto el arte en la actualidad:

Yo estaba dando una clase de poesía, justamente, como a treinta personas. Todas ellas estaban muy atentas, pero atrás había un adulto mayor ( un señor como de cuarenta o cincuenta años) que estaba distrayendo a sus compañeros. Les hacía preguntas, les decía que no oyeran lo que yo les estaba enseñando, que no lo hicieran, que no lo practicaran. Entonces yo me enojaba tanto con este señor y, con el carácter que a veces llego a tener, le dije: "¡A ver usted! ¿Qué se cree para estar molestando a mis estudiantes? ¿Qué se cree para estar interrumpiendo mi clase?".

Él me miraba profundamente y sus ojos se convertían en llamas. Sus pupilas dejaban de ser humanas y se convertían en llamas. De él salía una voz muy profunda, muy tétrica, muy oscura, cuando yo le preguntaba por qué no me dejaba dar mi clase y me decía: "es que las artes son un lenguaje de Dios".

Ese sueño fue muy significativo para mí. Me desperté con esa meditación y entendí, para empezar, que no debía dejar las artes porque son una expresión de nuestra divinidad. Las artes desde una conciencia creativa, ya que se cree que las artes no tienen una conciencia creativa. Hay toda  una escuela que enseña que el arte no tiene procesos de lenguaje, que no tiene procesos creativos serios o que se apeguen a disciplinas científicas. Eso es muy falso pero es algo que se enseña. Y eso es lo que tenemos en música, en pintura, en arte en general (en las artes visuales).

Tenemos un arte muy pervertido, donde realmente no se comprende lo que es el arte, y es la parte divina, justamente, la que se quiere quitar o mutilar. Entonces cuando yo le quito a un niño o a cualquier ser humano la posibilidad de crear, le estoy quitando, arrebatando y matando su alma y su parte divina. Por eso es importante que señalemos todo el tiempo que las artes nos humanizan. Así que si le quitamos a un niño las artes, debemos tener cuidado porque podemos estar deshumanizándolo. 
 

Mientras te escucho, no puedo evitar recordar a Ulises (el protagonista de tu El mar que nos separa) y de preguntarme ciertas cosas, tales como: ¿Qué otras expresiones crees que tiene la creatividad? ¿De qué manera estas mutilaciones anímicas y/o represiones de lo creativo y lo artístico terminan afectando a otras áreas de la vida de las personas y en esas otras expresiones? ¿Por qué crees que estos efectos se ven expresados en la vida íntima de las personas y a escalas más grandes también? 

La peor mutilación que por la cual un ser humano puede pasar (y muchos hemos pasado) es la mutilación que se le hace al corazón, porque ahí no es solo un ser externo el que mutila, sino que hay un cierto grado suicida en donde tú participas en esa mutilación también. En esa automutilación has terminado con esa parte que está diseñada no nada más para mover nuestra sangre, sino para mover nuestra animosidad.

Como hemos dicho en otros medios, el corazón es la casa del espíritu. Es la casa de nuestro espíritu. Si yo quito esa casa, si yo permito que me arrebaten esa casa, pierdo una gran inclinación hacia lo que es la bondad. Primeramente repercute en la intimidad, no repercute solamente en la creación artística. Y también tiene una implicación hacia afuera, hacia como me desarrollo y me desenvuelvo con otros seres humanos.

Ulises, uno de los protagonistas de El mar que nos separa, que es como ese ser donde uno se puede cuestionar hasta qué punto el arte puede ayudar a un ser humano o no, y hasta qué punto el arte puede ser esa tabla de salvación para un una intimidad. Vemos a un hombre en realidad muy sensible, un hombre que ha reservado y se ha reservado lo mejor de sí para sí mismo en un acto no nada más egoísta, sino de sobrevivencia. 

El medio en el cual le toca vivir le hace ser así y le hace desarrollar ese mecanismo de evasión que posteriormente ejercerá (en el alcoholismo, por ejemplo), y como él aprendió inconscientemente a mutilarse, porque eso es lo que le enseñan finalmente sus padres y el medio en el cual se desarrolla. Él sigue su ejemplo y el ejemplo lo hace a través del alcoholismo, es decir, en cada copa, él se auto-mutila, ¿verdad? 

El psicoanálisis nos dice que es una forma en la cual él mismo se auto impone un valor de la vida: si el alcohólico sobrevive al otro día (en lo que se llama cruda aquí en México, que es como esa pequeña abstinencia que hay al otro día después de la alcoholizada), entonces inconscientemente mereces la vida, mereces ser sensible, mereces lo que tienes enfrente, que es el amor del otro personaje. Y es muy contradictorio porque al mutilarse él mismo esa parte anímica, él, sin darse cuenta él se va mutilando partes del corazón a través de ese ejercicio constante de mutilación que lo ejerce a través del alcoholismo.

Repito, él se va quitando pedazos de corazón hasta que se queda solamente con lo que tiene enfrente y lo vemos en la parte nodal (o en la parte climática, más bien) de la novela, donde ocurre lo que desde un principio de la novela no se sabe, ¿verdad? Son varias páginas las que hay que atravesar para llegar a ese momento, donde él se da cuenta tanto lo que se quitó como lo que le mutilaron. En un ejercicio de madurez él se da cuenta que no nada más los otros le quitaron, él también se quitó, y como he dicho, la miseria, eso es lo que enseña. Enseña a separar. Enseña a desvincularse con otro ser humano. La miseria nos aparta del amor de muchas maneras e incluso nos hace creer que amamos. Hay muchas filosofías que hacen creer eso que el miserable también ama. ¡Qué contradicción! Porque en realidad, si tuvieran amor para sí mismo, dejarían incluso de mutilarse.

Yo he dicho y expresado que es imposible que alguien que se ame se maltrate tanto así que tenemos seres sociales maltratados, auto maltratándose, maltratados por el Estado, siendo vulnerados por el medio ambiente, por el medio social. Se dejan, lo permiten en el trabajo, por ejemplo, pues asumen que deben de ganar muy poco dinero, porque eso es lo que valen. ¿Por qué? Porque han sido mutilados, les han quitado estima y les han quitado esa, insisto, esa posibilidad divina que da la creación.

Entonces imagina todo lo que la creatividad da al ser humano y que cuando tú quitas y apartas a un ser humano de la potencialidad de crear, que lo apartas de su hecho divino, de su capacidad divina creadora, pues también le quitas la posibilidad de crear vínculos. Estamos en sociedades desvinculadas. Toda la violencia es en origen falta de amor, es miseria pura. La violencia que vivimos hoy día entre el narcotráfico, entre los homicidios, feminicidios, violaciones, infanticidio, matricidio y matricidio, es todo lo que vivimos.

Es una tremenda falta de amor. ¿Y qué crees? El amor es muy importante para la creatividad. El amor es el combustible de la creación. Así que, sociedades con individuos que no aman son sociedades altamente violentas y violentadas.

Volviendo un poco a Ulises, cabe aclarar que él, por más racional que se decía, no se da cuenta de que a través de sus mutilaciones él, en los últimos momentos, se pone del lado de la miseria, no del lado del amor. Esto le acarrea consecuencias finales (que los que leímos la novela conocemos y no voy a nombrar para no quemar esa parte importante) donde se da cuenta de que ha violentado su relación y al hacerlo también se ha violentado a sí mismo. 

La violencia es una espiral, pero lo que te coloca dentro de ella es, justamente, que tú decidas propiciar, propagar, replicar, los actos de la miseria. La miseria no es únicamente no tener dinero. La miseria es una pobreza espiritual más profunda porque es carencia de amor. Por lo tanto, él se da cuenta de que lo que hizo fue carecer de amor por no entregarse completamente hasta el último aliento a él. 

Como seres humanos, constantemente estamos yendo y viniendo de un extremo a otro (extremos completamente opuestos) y falta equilibrio e integración de esos polos. Esto se aplica a diferentes aspectos de nuestras vidas, como por ejemplo la división entre clases sociales, y en este sentido pienso un poco en relación a tu antología de cuentos El país más desolado, y me gustaría preguntarte cómo deberíamos hacer (tanto a nivel individual como a nivel colectivo) para lograr ese equilibrio tan necesario. Sobre todo porque en ese libro tocás muchos de estos temas...

A mis cuarenta años y una vez pasadas muchas experiencias en todos los grados de miseria, he podido razonar y darme cuenta de que lo único que nos puede dar la posibilidad de ser rescatados y salvados de ese grado de miseria es el amor. Por lo tanto, amar es la respuesta. Amar. Pero... ¿Qué es amar?

Recuerda que he tratado de compartir, en libros como Entre las sombras de un durazno, Tonta Agonía y también en El país más desolado (y otros libros que no hemos mencionado), lo que los une en sí es el desamor, el no saber amar. Cuando yo escribí Entre las sombras de un durazno lo escribí a sabiendas de toda una reflexión de lo que es no saber amar. A veces creemos que amamos, pero en realidad amamos desde la miseria, desde lo que nos ha contado y dicho la miseria de lo que es el amor. Pero no hemos experimentado ni tenido la manifestación constante de lo que es el amor puro (que hay que buscarlo, desarrollarlo y aprenderlo).

¿Qué es amar en el ser humano? Es apartarse, es gobernar la maldad que nos habita. Es decir, tú debes de saberte amada por mí si es que no te he hecho algún mal, si es que me cuido para no hacerte algún mal. 

Imagínate qué pasaría si en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestra sociedad emperezaríamos a practicar el amor. Muchos me cuestionan que el amor no tiene que ver con la economía, con la política o con la justicia. Y yo les digo que erran. Erran por desconocer el amor y los frutos del amor.

Uno de los frutos del amor es por ejemplo la justicia, y ésta tiene que ver con lo que es justo en tu intimidad y en tu vida y lo que es justo socialmente. Es decir, lo que nos permite disfrutar de una vida agradable y llena de bondad. Muchos me critican que soy muy idílico y muy fantasioso, y me dicen que es mejor el pensamiento científico y que este tipo de pensamientos son metafísicos. Y yo les comento que se les olvida que, primeramente, yo fui y soy científico, soy un científico social. Pero, obviamente, desde el desconocimiento y la necesidad de llevarme la contra tratan de decir que el amor no nos aporta mayores cosas.

Yo creo que hemos vivido ya la experiencia de vivir bajo el enfoque del conocimiento. ¡En pleno siglo XXI tenemos conocimiento en un click! Google nos permite conocer muchas más cosas de las que conoceríamos en una sola biblioteca, porque tiene cientos de bibliotecas al alcance de un click. Pero hemos visto seres que tienen conocimiento científico pero no son buenos seres humanos, porque se la pasan replicando todo lo que nos desvincula. Tenemos seres humanos que se creen superiores a otros seres humanos y que tienen una enfermedad que se llama "soberbia". El antídoto a la soberbia sería el amor. Si tu amaras gobernarías la maldad que hay en tí y por lo tanto gobernarías lo que te toca hacer en cuanto a la maldad que nos habita. 

Si nosotros buscáramos al amor con la misma fuerza que buscamos al desamor, pues no tendríamos esa replicación. Esto se ve en Entre las sombras de un durazno, por ejemplo. Lo que pasa en ese libro es una replicación de la falta de amor, del no saber amar. Es un claro ejemplo de cómo la miseria nos ha gobernado el alma, de cómo nos ha gobernado el corazón y nos muestra que es la principal causa de mutilaciones anímicas y la principal causa de desentendimiento. 

Vivimos en sociedades que aman más el desconocimiento. ¡Qué irónico que estando en una época donde tenemos todo a la distancia de un click nos gusta desconocer más que conocer! Fíjate cuántos likes tiene alguien que enseña sus cuadritos (en el abdomen) y cuántos tenemos los escritores que nos dedicamos a promover mejores conductas que nos ayuden a comprendernos, entendernos y gobernar nuestra maldad y por lo tanto a apartarnos de esos estados de miseria. ¡Somos sociedades amantes de la miseria y por lo tanto tenemos políticas sociales que discursan la miseria!

Nuestra economía es una economía global que despoja a los que menos tienen, despoja a la naturaleza de su propia producción. Es un modelo rapaz, ambicioso, que no son más que frutos de la miseria. E insisto, la miseria es lo contrario al amor. Hay solamente dos cualidades espirituales: o estás en amor o estás en miseria.

Cuando estás en amor, tu vida es abundante en muchos sentidos. No solamente se expresa en el plano íntimo, sino que en el plano material te empiezo a ir mejor también. Te empieza a ir de maravillas: empiezas a ver que tu piel cambia, que el brillo de tus ojos cambia, que tu pelo cambia, que tu cuerpo va cambiando y los demás empiezan a querer eso también y entonces aprenden a amarse y tus relaciones familiares mejoran. Tu vecino empieza a ver que tu familia ya se lleva diferente y también quieren de eso. Entonces, empezamos a construir con el ejemplo una manera de vivir diferente, sin angustia ni miseria. 

Es todo un tema la miseria en relación a todas las repercusiones sociales que tenemos: políticas, económicas, religiosas. Todas éstas desvinculan al ser humano y lo peor que podemos hacer es desvincularnos, porque nuestro origen en realidad viene del vínculo. No hay quien no haya nacido de una placenta, de un cordón umbilical. Y se nos olvida eso en un egoísmo constante. El egoísmo es un maestro, una maestra de la miseria, porque nos permite vivir con la fantasía de que no necesitamos a nadie. ¡Imagínate a alguien que no necesite a nadie! Es muy irónico e ilógico no necesitar a nadie, por ejemplo si tienes una empresa porque, por lo menos, necesitas el dinero del otro.

¿Qué pasaría si aprendiéramos a vincularnos de otra manera? ¿Qué pasaríamos si nos despojáramos de las enseñanzas anteriores? ¿Qué pasaría si nos olvidáramos de nuestras mutilaciones? Yo creo que nos centraríamos en el amor y esos grados de violencia de los que hablamos empezarían a desaparecer. Esa es mi experiencia y por eso promuevo esta idea y trato de compartirla. Yo soy de los que dicen "mira, yo viví ahí igual que tú, yo viví esa violencia constante e incluso desde mi interioridad, pero cuando aprendí con el amor y desde el amor, he cambiado. Mi escritura es diferente, mi economía es diferente, mi familia es diferente, mi medio es diferente". Así que aprenderíamos mucho si pudiéramos gobernar nuestra maldad.

Si la gente hiciera del amor una religión, todo sería diferente. Pero hemos hecho de la miseria una religión y no estamos recogiendo más que frutos de la miseria. Y de allí vienen todos los problemas. 

Yendo un poco más a lo técnico, me interesa preguntarte algunas cosas que los lectores siempre queremos saber de los escritores. Por ejemplo, ¿Cuál de tus obras es tu favorita (si es que tenés una favorita)? O, ¿En qué género te sentís más cómodo escribiendo? ¿En la narrativa o en la poesía?

Que difícil pregunta, porque para mí los libros que he publicado son como hijos y preguntarme por el favorito es un tanto difícil. Todos tienen un encanto y desde que sufrí pariéndolos, escribiéndolos, y desde que los idealicé, supe que todos tienen algo que me han aportado primeramente a mi interioridad, como una reflexión, como un primer ejercicio de reflexión y en todo sentido, porque yo no me imagino un creador de un espejo sin que de repente mire hacia lo que está mirando, hacia lo que está creando y se vea, se pueda ver.

Entonces, los personajes, la trama y el contenido de todos los libros que hasta el momento están editados, son como espejos para mí, que me han permitido reflejarme, me han permitido relacionarme, conocerme mejor como ser humano, reconocer también mis debilidades, mis fortalezas y desde ahí poder fortalecer mis partes débiles. Entonces cada uno de esos hijos me ha dado algo importante en mi interioridad. Diría, por ejemplo, que Tonta Agonía es mi pieza maestra, técnicamente hablando, porque reúne tres escuelas poéticas que aparentemente son no reconciliables.

Tenemos tres capítulos en un diálogo poético en donde se expresa la poesía clásica con un verso duro, en donde los personajes se hablan a través de ese verso duro. Después viene una poesía un poco más flexible, más romántica, que empieza a romper un poquito con la dureza del verso. Y después viene un tercer capítulo con una poesía totalmente libre, en cuanto a la métrica. Entonces, es un libro técnicamente interesante. Considero que me será muy difícil superar el grado técnico de esa pieza literaria.

Sin embargo, si habláramos de Entre las sombras de un durazno, fue el libro que he escrito en menor tiempo; lo escribí en tres días. Fueron tres días de parto difícil, literalmente parto porque es un libro que me hizo sangrar el alma y los ojos en cada línea, porque era reconocerme constantemente tan asesino como el que está hablando. Eso es pavoroso. Es horrendo reconocer que tú tampoco has amado, o que has amado a tal grado que has hecho lo que ese personaje hizo. Pero es algo que se tenía que decir.

Me enseñaron mucho esos libros, y cada uno de ellos tiene lo suyo porque son homenajes a mis escritores favoritos. Por ejemplo, Tonta Agonía es un homenaje a mis grandes maestros en la poesía, como Sor Juana Inés de la Cruz. Hay un apartado que la trata de imitar. Es un homenaje para Lorca también. Si haces una radiografía, un estudio sesudo de cada una de esas obras podrás encontrar al autor homenajeado, y por eso me es difícil responder tu pregunta.

Creo que la creación es un acto en consciencia. Todos los libros que he escrito muestran un ejercicio consciente, una creación consciente, porque he tratado de ser un artista literario consciente de lo que creo. Sé que hay cosas que son parte de la creación pero ajenas a mi voluntad y que ahí están en los libros también y que los hacen ser parte de mis favoritos.

Cuando me preguntan qué libro es mi favorito (de los que yo no he escrito) es difícil porque no tengo un libro favorito, tengo conjuntos de libros favoritos. En cuanto a los que sí he escrito, todos me han dado algo, primeramente a mi alma. Cada personaje me ha enseñado algo, me ha entregado una parte refleja mía para deconstruirla y apartarme de ella, o para construir una mejor versión mía (lo cual es mi propósito y lo mejor que me puede llegar a pasar). 

Por otra parte, irónicamente lo que más me gusta de la escritura son los ensayos pero aún no he publicado formalmente un libro de ensayos. La poesía me ha dado muchísimo técnicamente, porque originalmente quería ser un escritor de narrativa, pero cuando me topé con ella y me enseñó la técnica del artificio, del lenguaje y la palabra, me ayudó a cumplir mi meta de conformarme como un narrador que pueda hacer difusa la línea entre lo poético y lo narrativo.

¿Qué le dirías a las personas jóvenes que quieren escribir y tienen dificultades para sortear los obstáculos que se les presentan en el camino? ¿Qué consejos les darías?

Entre más te desvinculas, más te apartas, y dejas de crear. Si te mantuvieras en el amor, tendrías una veta creativa más constante y permanente. Cuando estamos en ese bloqueo creativo, creo que lo primero que hay que hacer es analizar qué es lo que me impide crear. Es decir, qué parte de mí está obstaculizando el amor o los restos de amor que hay en mí. Por lo tanto, observar y corregir esa parte que me impide crear es justamente gobernar mi maldad, y por lo tanto es amar(me), dar(me).

He puesto entre las líneas de El país más desolado un antídoto. Pero ese antídoto hay que buscarlo con el corazón, hay que hacerlo consciente con toda la capacidad del alma. Hay que buscarlo entre esas líneas. Me sería muy fácil decírtelo, pero hay una condición en el amor que es también esforzarse para tenerlo y darlo. Por eso me gusta animarlos a buscar esa respuesta en ese libro en específico, porque la desolación es un factor muy importante que nos destruye, nos coarta y desvincula la capacidad creativa.

Muchas de las condiciones sociales en las que vivimos nos ponen en un estado de desolación. Sobre todo para comunidades vulnerables, como la LGTBI, por ejemplo, que estamos en una constante vulnerabilidad y siempre estamos en una fragilidad social a pesar de que haya sociedades más tolerantes que otras porque siempre hay gente que discrimina o nos aparta desde su desamor e intolerancia.

 La intolerancia es desamor y ese desamor no les permite comprender que no se trata de compartir o comprender mi estilo de vida, sino que es lo que les permitiría respetar mi existencia. Ese acto tan sutil nos permitiría vivir en sociedades con un mayor grado de pacificación. El arte nos ayuda a pacificarnos. El arte pacifica nuestra intimidad. Por lo tanto cuando alguien no está en paz o no tiene ese estado de tranquilidad, hay muchas probabilidades de que no pueda crear. Al no crear, hay una parte de tí que no se está explorando.

Como he dicho, los artistas que nos dedicamos a generar literatura somos como el maestro que hace rudimentalmente y artísticamente espejos. Entonces, el primero que se refleja es el creador, el que lo crea. Y yo no concibo a un maestro que haga espejos que no se refleje o no se mire en algún punto. Entonces la escritura me permite generar un espejo, no sólo donde otro se refleja sino donde también me voy a reflejar yo.

Si yo estoy teniendo problemas en la creación, tengo que mirar también el miedo que tengo a crear ese espejo. A veces es el miedo el que nos obstaculiza. Ahí el único remedio es la valentía de generarlo, de hacerlo. Digo esto porque, incluso, es lo que me pasó escribiendo El mar que nos separa y Atlanta sin tí, para los tiempos del olvido. En el último caso, era un diario de observación etnográfica que estaba haciendo en los Estados Unidos. Cuando yo estuve un mes visitando a un familiar en mis vacaciones. Lo tenía reservado y guardado para que fuera un ejercicio posterior a mi muerte, porque era un espejo que me costaba mucho trabajo ver y reconocer. Sin embargo, gracias a un sueño que tuve me ví en la necesidad espiritual de tener que sacarlo y desempolvarlo, y construir una novela a partir de esa documentación. Por eso, tú puedes observarlo como si fuera un diario. 

Con El mar que nos separa me pasó exactamente lo mismo. Era una historia que me negaba a escribir. Lo único que me sacó de ese estado de obstrucción creativa fue recuperar la valentía que normalmente uno tiene ante la vida y sumarla con el amor que le tengo a todas las personas que viven como vive Ulises, a todo el amor que le tengo a las personas que rodean a Ulises y a Luis Antonio, en esos personajes clave. 

A veces hay que recuperar el amor que le tenemos a la creación, pero ir más allá y asirse del amor que uno le tiene a lo que está detrás del personaje. Es decir, a ese Ulises real, a ese Luis real. Valentía + amor me ayudan a salir de ese estado de desolación en el que a veces uno cae para no crear. 

Hay que tener mucho cuidado, hay que revisarse, ser muy honestos. El amor tiene una condición importante: si no tienes honestidad en tí, no tienes honestidad para otro. Por lo tanto, si no tienes amor para tí, no tienes amor para otro. El amor es honesto. Entonces haz un ejercicio honesto para ver qué es lo que te está apartando de la creación. 

Hay veces que no creamos porque no sabemos cómo crear. Para aquellos que no sepan cómo crear es que estoy formando cursos para escritores en línea, para que cualquier ser que hable español pueda acercarse a la Escuela de Enseñanza de Tradición Literaria que ya estamos creando para poner al alcance una metodología que ayude a apartarse de ese estado de obstrucción que no te permite saber qué ni cómo crear.  

Crear es un ejercicio pleno de conciencia y no es un ejercicio inconsciente que nos aparta de la sabiduría. Al contrario, es un modelo que nos permite recobrar este sentido de sabiduría en la creación. Por lo tanto, cuando te sientas en contra de la creación revisa qué es lo que te está apartando de la pluma, del pincel o de cualquier arte. 

Por último, quería invitarte a contarnos de tus próximos proyectos y agradecerte por tus palabras y por confiar en este espacio para expresarte.

Estoy escribiendo un libro que es muy interesante para mí porque es como si hubiera ido a agarrar un carbón celestial y ese carbón ha quemado mis manos, mis ojos y luego me ha hecho meditar demasiado en el interior antes de que alguna otra persona pueda tener de esa llama. Me ha puesto en esa condición.
Es un libro que se llama Caleidoscopio, de por qué el amor te abandonó. 

Originalmente era un librito de treinta hojas (ya estaba yo idealizándolo muy pequeño, como de bolsillo). Pero ha sido un año de tanto aprendizaje en torno a lo social, a lo personal, a lo familiar, a cómo está internacionalmente la vida, que me ha permitido muchas meditaciones acerca de por qué el amor abandona un corazón y por qué el amor se aparta del ser humano. Es un libro que técnicamente es muy generoso y tiene aforismos, sentencias, micro ficciones, relatos, poemas, tiene un cuento que se llama "¿Quién querría acariciar a un rayo?" (que es un cuento muy hermoso y enseña demasiadas cosas a nivel espiritual). 

Eso en cuanto a la escritura. También soy investigador y estoy atendiendo dos investigaciones. Soy asesor de tesis a nivel maestría y doctorado, y estoy, justamente, acompañando dos investigaciones. Estoy elaborando talleres de escritura que, a partir de la segunda semana de septiembre estaremos dando de forma virtual.

Para saber más pueden contactarse conmigo principalmente a través de Facebook en @santhony.escritor y también en Instagram en @santhonyescritor. Pueden escribirme por e-mail a santhonypoeta@hotmail.com por si necesitan más información sobre los talleres puesto que la parte virtual de la escuela estará comenzando a caminar a partir del próximo año.

Y eso es todo. Muchas gracias por el tiempo y la disposición. Les dejo saludos a todos los lectores que nos están leyendo en este momento. Espero estar en contacto y comunicación, a sabiendas de que me fascina que me escriban para compartirme la experiencia que han tenido leyendo mis libros. 

Y eso es todo... ¡No, todavía no!

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Repetimos el agradecimiento hacia el autor y esperamos que puedan leerlo pronto y compartirnos sus experiencias. ¡Buenas lecturas!  

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